Le confieso que la primera vez que la escuché ladrar lloré. No estoy exagerando ni un poquito. Lloré y agradecí a ese remolino que la constituyó, porque hay belleza en el universo.
La única vez que la vi en mi vida le quería gritar que la amo... pero me dio vergüenza con la gente a mi alrededor. Eso no vuelve a pasar. Cuando la vuelva a ver (yo sé que la voy a volver a ver) me voy a asegurar de hacerle saber esto que le escribo.
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yeryo bacán
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