Wednesday, October 25, 2006

Sunday, October 22, 2006

Thursday, October 12, 2006

Lo más valioso para un ser humano es su gran deseo. No su deseo pequeño y puntual, como de comerse un chocolate, o de tener sexo con no sé quién, o de golpear a tal otro. Hablo del gran deseo que da dirección a una vida. Las grandes causas, las misiones vitales. El deseo de comprender; la acumulación de riqueza; la educación de los niños y las niñas; la lucha por la supervivencia; la justicia; la venganza; el amor por él o por ella; la salvación de las almas.

Ese gran deseo es lo más valioso que tiene un ser humano porque es lo que lo identifica ante sí mismo, lo que le permite estar tranquilo o tranquila diciendo "yo soy x": "yo soy cristiano"; "yo soy enfermero"; "yo soy un magnate"; "yo soy jueza"; "yo soy el mesías"; "yo soy mamá"...

Por eso, muy terrible es cuando ya no se ve claramente ese gran deseo. Porque, si no puedo decir con certeza que soy eso, ¿entonces qué soy?

Ahí empieza la angustia. –Y la creatividad, a veces.
Cosas pequeñas que después resultan grandes. ¿Cómo sería mi vida si ese día no hubiera escrito mi nombre en esa lista? ¿Todavía seríamos amigos si no le hubiera dicho esa noche que estaba equivocado? ¿Qué estaría haciendo si no hubiera ido a griego ese día? ¿Cómo sería mi futuro si no hubiera abierto la boca esta noche?