PSICOPATÍA
José Asunción Silva
"El parque se despierta, ríe y canta
En la frescura matinal. . . La niebla
Donde saltan aéreos surtidores,
De arco iris se puebla
Y en luminosos velos se levanta.
Su olor esparcen entreabiertas flores,
Suena en las ramas verdes el pío, pío,
De los alados huéspedes cantores,
Brilla en el césped húmedo el rocío. . .
¡Azul el cielo! ¡Azul!. . . Y la süave
Brisa que pasa, dice:
¡Reíd! ¡Cantad! ¡Amad! ¡La vida es fiesta!
¡Es calor, es pasión, es movimiento!
Y forjando en las ramas una orquesta,
Con voz grave lo mismo dice el viento,
Y por entre el sutil encantamiento,
De la mañana sonrosada y fresca,
De la luz, de las yerbas y las flores,
Pálido, descuidado, soñoliento,
Sin tener en la boca una sonrisa
Y de negro vestido
Un filósofo joven se pasea,
Olvida luz y olor primaverales,
E impertérrito sigue en su tarea
De pensar en la muerte, en la conciencia
Y en las causas finales!
Lo sacuden las ramas de azalea,
Dándole al aire el aromado aliento
De las rosadas flores,
Lo llaman unos pájaros, del nido
Do cantan sus amores,
Y los cantos risueños
Van por entre el follaje estremecido,
A suscitar voluptüosos sueños
Y él sigue su camino, triste, serio,
Pensando en Fichte, en Kant, en Vogt, en Hegel,
Y del yo complicado en el misterio!
La chicuela del médico que pasa,
Una rubia adorable, cuyos ojos
Arden como una brasa,
Abre los labios húmedos y rojos
Y le pregunta al padre, enternecida. . .
-Aquel señor, papá, ¿de qué está enfermo,
Qué tristeza le anubla así la vida?
Cuando va a casa a verle a usted, me duermo.
Tan silencioso y triste. . . ¿Qué mal sufre?. . .
. . . Una sonrisa el profesor contiene,
Mira luego una flor, color de azufre,
Oye el canto de un pájaro que viene,
Y comienza de pronto, con descaro. . .
-Ese señor padece un mal muy raro,
Que ataca rara vez a las mujeres
Y pocas a los hombres. . ., hija mía!
Sufre este mal: . . .pensar. . ., esa es la causa
De su grave y sutil melancolía. . .
El profesor después hace una pausa
Y sigue. . . -En las edades
De bárbaras naciones,
Serias autoridades
Curaban ese mal dando cicuta,
Encerrando al enfermo en las prisiones
O quemándolo vivo. . . Buen remedio!
Curación decisiva y absoluta
Que cortaba de lleno la disputa
Y sanaba al paciente. . . mira el medio,
La profilaxia en fin. . . Antes, ahora
El mal reviste tantas formas graves,
La invasión se dilata aterradora
Y no la curan polvos ni jarabes;
En vez de prevenirlo los Gobiernos
Lo riegan y estimulan,
Tomos gruesos, revistas y cuadernos,
Revuelan y circulan
Y dispersan el germen homicida. . .
El mal, gracias a Dios, no es contagioso
Y lo adquieren muy pocos: en mi vida,
Solo he curado a dos. . . Les dije: "Mozo,
Váyase a trabajar de lleno,
En una fragua negra y encendida
O en un bosque espesísimo y sereno;
Machaque hierro hasta arrancarle chispas,
O tumbe viejos troncos seculares
Y logre que lo piquen las avispas,
Si lo prefiere usted, cruce los mares
De grumete en un buque, duerma, coma,
Muévase, grite, forcejee y sude,
Mire la tempestad cuando se asoma,
Y los cables de popa ate y anude,
Hata hacerse diez callos en las manos
Y limpiarse de ideas el cerebro!. . ."
Ellos lo hicieron y volvieron sanos. . .
"Estoy tan bien, doctor. . ." -Pues lo celebro!
Pero el joven aquel es caso grave,
Como conozco pocos,
Más que cuantos nacieron piensa y sabe,
Irá a pasar diez años con los locos,
Y no se curará sino hasta el día
En que duerma a sus anchas
En una angosta sepultura fría,
Lejos del mundo y de la vida loca,
Entre un negro ataúd de cuatro planchas,
Con un montón de tierra entre la boca!"
José Asunción Silva
"El parque se despierta, ríe y canta
En la frescura matinal. . . La niebla
Donde saltan aéreos surtidores,
De arco iris se puebla
Y en luminosos velos se levanta.
Su olor esparcen entreabiertas flores,
Suena en las ramas verdes el pío, pío,
De los alados huéspedes cantores,
Brilla en el césped húmedo el rocío. . .
¡Azul el cielo! ¡Azul!. . . Y la süave
Brisa que pasa, dice:
¡Reíd! ¡Cantad! ¡Amad! ¡La vida es fiesta!
¡Es calor, es pasión, es movimiento!
Y forjando en las ramas una orquesta,
Con voz grave lo mismo dice el viento,
Y por entre el sutil encantamiento,
De la mañana sonrosada y fresca,
De la luz, de las yerbas y las flores,
Pálido, descuidado, soñoliento,
Sin tener en la boca una sonrisa
Y de negro vestido
Un filósofo joven se pasea,
Olvida luz y olor primaverales,
E impertérrito sigue en su tarea
De pensar en la muerte, en la conciencia
Y en las causas finales!
Lo sacuden las ramas de azalea,
Dándole al aire el aromado aliento
De las rosadas flores,
Lo llaman unos pájaros, del nido
Do cantan sus amores,
Y los cantos risueños
Van por entre el follaje estremecido,
A suscitar voluptüosos sueños
Y él sigue su camino, triste, serio,
Pensando en Fichte, en Kant, en Vogt, en Hegel,
Y del yo complicado en el misterio!
La chicuela del médico que pasa,
Una rubia adorable, cuyos ojos
Arden como una brasa,
Abre los labios húmedos y rojos
Y le pregunta al padre, enternecida. . .
-Aquel señor, papá, ¿de qué está enfermo,
Qué tristeza le anubla así la vida?
Cuando va a casa a verle a usted, me duermo.
Tan silencioso y triste. . . ¿Qué mal sufre?. . .
. . . Una sonrisa el profesor contiene,
Mira luego una flor, color de azufre,
Oye el canto de un pájaro que viene,
Y comienza de pronto, con descaro. . .
-Ese señor padece un mal muy raro,
Que ataca rara vez a las mujeres
Y pocas a los hombres. . ., hija mía!
Sufre este mal: . . .pensar. . ., esa es la causa
De su grave y sutil melancolía. . .
El profesor después hace una pausa
Y sigue. . . -En las edades
De bárbaras naciones,
Serias autoridades
Curaban ese mal dando cicuta,
Encerrando al enfermo en las prisiones
O quemándolo vivo. . . Buen remedio!
Curación decisiva y absoluta
Que cortaba de lleno la disputa
Y sanaba al paciente. . . mira el medio,
La profilaxia en fin. . . Antes, ahora
El mal reviste tantas formas graves,
La invasión se dilata aterradora
Y no la curan polvos ni jarabes;
En vez de prevenirlo los Gobiernos
Lo riegan y estimulan,
Tomos gruesos, revistas y cuadernos,
Revuelan y circulan
Y dispersan el germen homicida. . .
El mal, gracias a Dios, no es contagioso
Y lo adquieren muy pocos: en mi vida,
Solo he curado a dos. . . Les dije: "Mozo,
Váyase a trabajar de lleno,
En una fragua negra y encendida
O en un bosque espesísimo y sereno;
Machaque hierro hasta arrancarle chispas,
O tumbe viejos troncos seculares
Y logre que lo piquen las avispas,
Si lo prefiere usted, cruce los mares
De grumete en un buque, duerma, coma,
Muévase, grite, forcejee y sude,
Mire la tempestad cuando se asoma,
Y los cables de popa ate y anude,
Hata hacerse diez callos en las manos
Y limpiarse de ideas el cerebro!. . ."
Ellos lo hicieron y volvieron sanos. . .
"Estoy tan bien, doctor. . ." -Pues lo celebro!
Pero el joven aquel es caso grave,
Como conozco pocos,
Más que cuantos nacieron piensa y sabe,
Irá a pasar diez años con los locos,
Y no se curará sino hasta el día
En que duerma a sus anchas
En una angosta sepultura fría,
Lejos del mundo y de la vida loca,
Entre un negro ataúd de cuatro planchas,
Con un montón de tierra entre la boca!"
1 comment:
Gracias por la transcripción del poema de Silva. Este poema apareció en el momento indicado de mi vida.
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