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En los seres vivos —en cuantos son completos y no mutilados, y no tienen generación espontánea—, la más natural de las funciones es producir otro como sí mismo (un animal a un animal, una planta a una planta) para participar de lo eterno y lo divino en la medida en que pueden; pues todas las cosas persiguen aquello, y para aquello hacen cuanto hacen por naturaleza.

(Aristóteles: Acerca del alma II.4)

La generación y la destrucción siempre serán continuas, y jamás cesarán debido a la causa de la que hablamos. Y esto ocurre con buena razón; pues ya que decimos que en todas las cosas la naturaleza siempre persigue lo mejor, y ser es mejor que no ser [...], y es imposible que el ser se dé en todas las cosas debido al hecho de que algunas están lejos del principio, el dios completó al universo de la manera en que quedaba, haciendo continua a la generación; pues de ese modo unifica en el más alto grado al ser porque el que también la generación se genere siempre es lo más cercano a la entidad.

Y la causa de esto, como se ha dicho muchas veces, es la traslación en círculo [de los astros], pues es la única continua. Por eso también cuantas otras cosas se transforman recíprocamente de acuerdo con sus afecciones y potencias —como los cuerpos simples— imitan la traslación en círculo; pues cuando el aire se genera a partir del agua, y el fuego a partir del aire, y a su vez el agua a partir del fuego, decimos que la generación ha completado el círculo, porque ha regresado de nuevo.

(Aristóteles: Sobre la generación & la destrucción II.10)

(Imágenes: Nasa APOD)
(Sonidos: Jorge Drexler)