Saturday, September 10, 2005

el hombre de la silla en el cuello

Yo sé que ya he hecho mucha alharaca con esto. Pero creo que vale la pena seguir insistiendo en que una persona tiene que estar muy tostada (y además tiene que ser muy genial) para

(1) ser un profesor de filosofía mundialmente reconocido,
(2) estar dictando clase en una universidad seria para gente seria de posgrado, y
(3) ponerse una silla de ruana mientras habla del pensamiento no conceptual.

Prometo que es la última vez que difundo por medio electrónico esta información.

Gracias.

(Esto seguramente requiere más explicación: la silla de la que hablo tiene un cojincito para la espalda y otro para las nalgas; en medio de ambos cojincitos tiene un hueco. Pues bien, por ahí fue que el afamado profesor introdujo su cabeza, de modo que el cojincito diseñado para recibir el a la espalda trancó con la nuca del profesor, y el diseñado para recibir el peso de las nalgas dio con el pecho del profesor. Esto, según su propia declaración minutos más tarde, fue hecho con el objetivo de obtener la atención de los estudiantes.)

5 comments:

Bloom said...

Primero. ¡Muerte a los blogspammers!
Segundo. ¡¿Que Dennet hizo qué?!
Tercero. Al menos no montó en bicicleta mientras dictó una clase de dos horas sobre el Teeteto como hizo una vez, hace mucho años, Porfirio detrás del departamento.

aldemar said...

(1) De acuerdo.
(2) No, Dennett no. Era un viejito demasiado puesto en su sitio como para esas cosas. Hablo de Cussins. Un poco más modesto, pero mucho más casual.
(3) Tiene razón: NADIE le gana a Porfirio.

Anonymous said...

Tengo serios indicios para acusar a ese señor de "dervichismo"

Bloom said...

Qué hizo? Girar desconsoladamente mientras se colocaba el bizcocho en el cuello?

javierguillot said...

Par-0: Primera vez que entro a su blog! Ojalá le dure y no sea tan desjuiciado como yo.

Lo chévere del cuento de Cussins es lo que viene después, su justificación con su teoría del significado o como se llame...

un abrazo!