(Ya casi vuelvo a Toronto. Eso implica que ya va siendo hora de retomar los medios digitales para comunicarme con mi tierra. Por eso, y por el momento de decisión especialmente emocionante que atraviesa nuestro país, quiero contar una historia.)
Hoy, bajándome de un Transmilenio en el Portal del Norte, me embistió una señora entrando aceleradamente al bus. En el Portal los buses se detienen en un lugar para que la gente baje, y luego avanzan algunos metros para recibir a los nuevos pasajeros que están (teóricamente) haciendo una fila esperando a que los recojan.
La señora que me embistió mientras me bajaba, entonces, intentaba entrar como no se debía, saltándose la fila. ("Típico", pensará la lectora.) Yo la interrumpí diciéndole enfáticamente: "Señora, por acá no se entra, se entra más adelante", a lo cual respondió con un "¿Ah, sí?" y haciendo una hermosa pistola con su mano a la altura de la nariz. Le contesté, más enfáticamente: "¡Le está haciendo trampa a la gente, señora!" Y me fui.
Ofuscado, triste, furioso, abrí de nuevo el texto que estaba leyendo (una tesis de pregrado en filosofía, escrita por Clara Carrillo), para encontrarme con este párrafo:
"No obstante, hemos de adherirnos a Habermas en su visión optimista de la modernidad y explorar la posibilidad de reconstruir las relaciones entre cultura, legalidad y moralidad, a partir de un proceso de descentramiento y reconocimiento dialogal de las múltiples perspectivas distintas a la propia, en el cual se logre mediante la comunicación 'relacionar críticamente' estas perspectivas."
A la lectora tal vez le sonarán familiares algunas expresiones: la tesis fue dirigida por Antanas Mockus en 1993, cuando enseñaba en el Departamento de Filosofía del Zoológico Nacional de Colombia. Algunos años después, Antanas se bajó los pantalones (como se muestra en la foto), ganó las elecciones a la alcaldía de Bogotá y aplicó esa idea de re-armonizar la moral, la cultura y la legalidad.
La idea básica detrás de las políticas de Mockus es que la cultura colombiana choca con la moralidad y la legalidad porque la gente se ha acostumbrado culturalmente a interactuar estratégicamente, persiguiendo sus fines individuales, sin darse cuenta de las consecuencias negativas que trae esto (agresividad, violencia, corrupción, desigualdad, narcotráfico...). Esta idea (basada en Habermas, Carrillo y otros), aplicada como el equipo de Mockus lo hizo, tuvo en Bogotá los resultados que la lectora probablemente conoce: disminución de asesinatos y muertes por accidente de tráfico en un 50%, entre otros muchos. (
Ver otras cosas acá.)
La campaña actual de Mockus no es perfecta. De hecho, ha habido muchas concesiones feas a la estrategia (como apoyar a Gilma Jiménez). Sin embargo, confío en la capacidad política de Mockus por una razón fundamental: de todos los candidatos, Mockus parece ser el único que tiene claro que la política no es algo que hacen los políticos, sino que es algo que construimos todos los ciudadanos, con nuestras decisiones diarias. La injusticia, la desigualdad, la violencia, la falta de esperanza... son productos de todos. Y por eso todos somos los que tenemos que trabajar para cambiarlos.