Recuerdo que un cura decía alguna vez durante un sermón esta frase explosiva: "El que no vive para servir no sirve para vivir". Esta posición -tan radical como el evangelio mismo- resulta coherente con la percepción del mundo y de sí mismo de un verdadero cristiano. Sin embargo, la frase parece querer aplicarse a todos, sin excepción.
Pero ¿por qué tendría que aceptar alguien lejano a la visión cristiana de la vida que, si no vive para servir, no sirve para vivir? Hay mucha miseria en el mundo, y probablemente haríamos mucho bien si la aliviáramos algo de ella, pero ¿qué pasa cuando el servicio a los demás interfiere con mis intereses individuales?
Seguramente, si tenemos la oportunidad de ayudar a alguien sin que nos cueste nada o casi nada (como -tomando un ejemplo prestado- si hay alguien ahogándose en un pozo y lo único que tenemos que hacer para salvarlo es estirar el brazo y arrojarle una cuerda que ya está ahí), casi todos estaríamos de acuerdo en que lo ayudaríamos. Pero ¿qué pasa cuando ayudar a alguien implica dejar de satisfacer deseos propios? ¿Acaso tengo yo algún deber moral, o alguna razón substancial para servir a alguien que necesita ayuda, en lugar de ocupar mis recursos en servirme a mí mismo?
Compliquemos aun más la cosa: Si mi hermana o mi hermano, mi padre o mi madre, mi pareja o alguno de mis amigos necesita realmente de mi ayuda, y está a mi alcance cubrir su necesidad, es claro que yo me tomaría (bastantes) molestias para ayudarla o ayudarlo. Pero ¿y si la persona es un total desconocido? Si un niño golpea a mi puerta y me dice que no ha comido en días, y yo nunca lo he visto, ¿tendría yo que ayudarlo? ¿Por qué? ¿Y
cómo? ¿Y
qué tanto? Es posible que cierto caso de sufrimiento me conmueva al punto de que me esfuerce por salirme un rato de mi cotidianidad y servir a cierta persona, pero es igualmente posible que no me conmueva lo suficiente, o que tenga mis dudas sobre la autenticidad de la necesidad de la persona, o sobre la eficacia de la ayuda que yo pueda prestar, o es posible incluso que simplemente me dé pereza moverme para ayudar a alguien. ¿Acaso está mal eso? ¿Es correcto ayudar a quienquiera que lo necesite, e incorrecto lo contrario? Si es así, ¿qué tanto?: ¿Hasta agotar mis fuerzas intentando aliviar la mayor cantidad posible de miseria, no importa sobre quién recaiga mis esfuerzo?, ¿o siempre y cuando no interfiera con mi estilo de vida (incluyendo los lujos y los placeres que me gustan y me incomodaría dejar)?, ¿o sólo cuando, y en la medida en que, me vea inevitablemente movido a ello?
La situación se puede complicar aun más: Si alguien que me ha hecho daño, que me cae mal, que incluso odio, es golpeado por la tragedia y yo tengo la posibilidad de aliviar al menos un poco su sufrimiento, o al menos de tenderle una mano, ¿tendría alguna razón para hacerlo? ¿Una buena persona lo haría, o más bien se gozaría en el hecho de que quien le causó sufrimiento sufre ahora?
Si dejamos de concentrarnos en casos particulares y esporádicos, el problema se puede agrandar considerablemente: Hay gente que nunca tendrá acceso a comida nutritiva, a servicios de salud, a educación; hay gente que muere por hambre o por enfermedades fácilmente controlables; hay niños y niñas que jamás aprenderán a leer o escribir, que estarán condenados a vivir en la calle sus cortas vidas, que serán abandonados minutos después de su nacimiento y no sabrán qué se siente tener familia... en fin, hay personas que serán devoradas por la miseria, material, social, mental o espiritual, y usted tiene la capacidad de impedir que alguna miseria devore a algunas de esas personas. Pero impedirlo implicaría necesariamente que ud. dedique mucho de
su tiempo y
su esfuerzo a personas que probablemente nunca le retribuirán lo que haga por ellas (al menos materialmente hablando). Impedirlo implicaría dejar de servirse a usted mismo por servir a otros sin la esperanza de que ese mismo servicio le sea retribuido.
Siendo esto así,
¿hay alguna razón contundente por la que cualquiera de nosotros, independientemente de sus creencias religiosas o sus inclinaciones esporádicas, deba considerar que una buena vida es inalcanzable si no se sirve a aquéllos sobre quienes recae la miseria del mundo -aun sabiendo que eso implicará dejar de servirse a sí mismo en muchas ocasiones-? Si la hay, ¿cuál es esa razón contundente? Y si no la hay, ¿por qué se siente tan apremiantemente que
hay que hacer algo?
(Inspirado por el evangelio, estos niños, J. G. y este programa radial.)